Camila Rivera: “El rol de las y los jóvenes afrodescendientes es clave para la transformación de nuestras culturas e instituciones”

Camila Rivera es abogada de la Universidad de Tarapacá y cofundadora del Colectivo de Mujeres Afrodescendientes Luanda, de la ciudad de Arica, en el norte de Chile. Su tesis universitaria se tituló “Los instrumentos internacionales de protección para el reconocimiento de los afrodescendientes en Chile”, estudio que sirvió como marco teórico para la mesa de trabajo que terminó con la aprobación de la Ley 21.151, promulgada en 2019, que reconoce a los afrodescendientes como pueblo tribal en Chile.

La ley chilena señala que el Estado valora, respeta y promociona los saberes, conocimientos tradicionales, medicina tradicional, idiomas, rituales, símbolos y vestimentas, reconociéndolos como patrimonio cultural inmaterial del país. La normativa también establece que “el sistema nacional de educación de Chile procurará contemplar una unidad programática que posibilite a los educandos el adecuado conocimiento de la historia, lenguaje y cultura de los afrodescendientes, y promover sus expresiones artísticas y culturales desde el nivel preescolar, básico, medio y universitario”.

¿Qué significa para usted ser afrodescendiente?

El término afrodescendiente viene a reivindicar una denominación que nos ha dejado en perjuicio social. Antes de este concepto jurídico, nos llamaban despectivamente “negra”, determinándonos en una escala de pirámide social, minimizando nuestra existencia en virtud de toda la herencia esclavista que hasta el día de hoy tiene efectos nocivos para nuestras vidas.

Por eso ser afrodescendiente significa resistencia a todas las condiciones negativas que el sistema nos impone. Significa ser hija de las más fuertes, de aquellas mujeres que lograron sobrevivir a la esclavitud, a los proyectos políticos unificadores, al blanqueamiento social y a la exclusión. El ser afrodescendiente me determina en mi experiencia de vida, porque sé de dónde vengo, que en mi caminar me acompañan miles de ancestras con toda la espiritualidad. En mi presente me define en cada uno de los procesos que enfrento, desde lo externo hasta lo más profundo de mi ser y una proyección política que quiero trazar para el beneficio de todo mi pueblo negro.

¿Cómo se gestó la fundación del Colectivo de Mujeres Afrodescendientes Luanda de Arica?

La Colectiva de Mujeres Afrodescendientes Luanda nace en el año 2010, por la necesidad de erradicar el sexismo atribuido por los estereotipos impuestos a las mujeres negras, impulsar las necesidades de las mujeres afrodescendientes, fortalecer la lucha del proceso político del pueblo afrochileno. Además, busca instalar en los movimientos sociales la existencia de las mujeres afrodescendientes con el fin de relevar los diversos aportes que las ancestras y nosotras hemos realizado en el levantamiento de los territorios.

La gestación de la Colectiva Luanda también se desarrolla desde la resistencia al patriarcado y a esas imposiciones que heredamos desde la colonización. Efectivamente, resistimos a la determinación que las mujeres negras fuimos objetos para el consumo de los sistemas capitalistas, racistas y coloniales. Se forja en el nacimiento de Luanda el discurso de que somos diversas e integrales, que podemos posicionarnos desde nuestros cuerpos, pero también desde nuestra inteligencia, siendo capaces de generar pensamiento y articulaciones fuertes, tal cual lo hicieron las mujeres en África. Tomamos el nombre de Luanda, porque según nuestros registros y los relatos orales de nuestras mayores, nuestras ancestras provenían mayormente de Angola.

El objetivo principal de la organización es incidir políticamente en los espacios sociales públicos y privados con el fin de erradicar las desigualdades que afectan a las mujeres negras por efecto del colonialismo. Buscamos a través de la identidad aportar a la construcción de una sociedad más democrática, inclusiva, equitativa y no sexista. Las líneas que desarrollamos para el cumplimiento de nuestros objetivos son: reivindicación de los derechos del pueblo tribal afrodescendiente en Chile, promoción de los derechos humanos de las mujeres, en especial los de las mujeres negras, formación y participación política, rescate y puesta en valor del patrimonio afrodescendiente.

En 2019 fue coautora del libro “Desde las ancestras a la actualidad: mujeres negras de Arica y su resistencia”. ¿Qué es lo que más le llamó la atención en esa investigación?

Este libro nace también de una resistencia. Con el Colectivo Luanda nos estábamos dando cuenta que existía mucho extractivismo de nuestros conocimientos, de nuestras historias por parte de profesionales de las ciencias sociales que realizaban investigaciones del pueblo negro en Chile, pero que los resultados no eran devueltos a la comunidad. En relación con lo anterior, nació la necesidad de que seamos nosotras, las mujeres afrodescendientes, quienes escribiéramos nuestras propias historias, desde nuestras vivencias, relatos y procesos investigativos. Lo que más me llamó la atención fue entender que nuestra lucha política comienza desde que la primera mujer africana esclavizada llega forzadamente a lo que actualmente conocemos como América Latina, que nuestros procesos organizativos son especiales, con un fuerte componente comunitario (intergeneracional e interterritorial).

¿Cómo se manifiesta el legado cultural africano en el norte de Chile?

En la presencia, hay una existencia que no se puede negar. El legado cultural no solamente llega al norte de Chile. En esta parte extrema del territorio nacional es más visible porque aquí existió un proceso de mayor expansión de la presencia africana, pero también se pudo resistir más al blanqueamiento.

El legado cultural se manifiesta en todo nuestro contexto, desde las comidas, danzas, música, palabras y costumbres. Es una herencia que, a pesar de la constante negación, emerge cada vez más fuerte, debido a que en cada manifestación cultural existe una raíz africana y eso es imposible de negar.

¿Cuál es el papel de los y las jóvenes en la construcción de una cultura de paz y derechos humanos?

El rol de las y los jóvenes afrodescendientes es clave para la transformación de nuestras culturas e instituciones. Desde los aportes que podemos hacer en lo cultural, en la incidencia política y en la generación de conocimiento podemos ir fortaleciendo la perspectiva de derechos humanos que los Estados tratan de instalar, pero por los sistemas políticos se dificulta su goce. Hemos sido las y los jóvenes quienes hemos salido a las calles a exigir la paz para nuestra gente. Este sector de la población ha catalizado los cambios sociales, buscando establecer una cultura que respete los derechos humanos.

Las mujeres jóvenes afrodescendientes iniciamos un proceso político desde muy niñas, viendo a nuestras mayores luchar por la dignidad y la justicia. Al llegar a la juventud nos encontramos con herramientas que nos permiten incidir con fuerza y fundamentos para garantizar el bien común en toda la comunidad.

¿Qué mensaje le gustaría compartir con quienes lean esta entrevista?

Que la ancestralidad nos une, existe una historia y una conexión con África que trasciende a los territorios, nos conecta el mar y la tradición, por lo que los principios y valores que podemos transmitir a nuestras comunidades son importantes. Las mujeres afrodescendientes respondemos a esta valorización y somos claves para los cambios en nuestras sociedades, desde la eliminación de la violencia, el sexismo y el empoderamiento para nuestras niñas y jóvenes para construir un mundo más igualitario. Nuestras existencias son grandiosas, muchas de las nuestras tuvieron que sacrificar muchos afectos y debemos honrar esa lucha, aportando desde todos los espacios, con conciencia y amor.

El desafío es fortalecer estos principios, siempre mirar al continente madre, desde el respeto, con el fin de delinear un futuro que busque el bien común que reconozca todas las reivindicaciones de la población afrodescendiente.