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El textil como símbolo de identidad y resistencia

Las artesanas, como les gusta referirse entre ellas, encuentran esas narrativas en la cotidianidad de sus formas de vida y las manifiestan e interpretan a modo de tejido y bordado.

Por ONG IMPACTO* 

Es un día como cualquier otro en Las Manzanas, Tenejapa. Antonia lava sus manos después de mezclar el pozol1 del medio día y se dispone a desenvolver su telar. Lleva aproximadamente dos meses tejiendo; teje a ratos, cuando no, hay que cuidar a las gallinas o desgranar mazorcas para hacer tortillas. Antonia dice que desde hace tres años -tiempo en que empezó a colaborar con la ONG Impacto- se fija más en las horas que pasa sentada haciendo el telar o los bordados alzados, ambas, técnicas comunes en su región: Los Altos de Chiapas. 

Tenejapa, al igual que los otros 16 municipios que conforman la región de Los Altos de Chiapas en México, pertenece a la zona tseltal-tsotsil; etnias indígenas del territorio mexicano que el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) identifica como grupos mayenses emparentados, y que según datos del INEGI (2010) es la zona que concentra a los municipios con mayor grado de marginación en el país. Un país donde 25 millones de personas como Antonia se identifica como indígenas, de las cuales 5.6 millones se encuentran en situación de pobreza de acuerdo con la numeralia del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED, s/f). Bajo esta idea de marginación y desigualdad en que hemos colocado a las comunidades indígenas se desenvuelven mujeres como Antonia, quienes, a través de la resistencia y la creación de sus textiles tradicionales y contemporáneos, subsisten en un sistema plagado de estímulos individualistas y poco o nada conscientes de las realidades colectivas.

Se expone por consecuente a la creación textil como un ente vivo, que se alimenta de las historias en torno al fogón y se mantiene gracias a la sabiduría que mayoritariamente las mujeres de los pueblos originarios transmiten de generación en generación, no sólo en el seno de las familias nucleares, además, como nos lo cuenta la propia Antonia, se entretejen y se heredan a toda persona que, como ella, tenga el ímpetu de aprender. 

“¡Siéntate aquí!, me decía mi suegra, atrás de mí, y observa. Y ahí estaba yo, callada, atrás de mi suegra, porque mi mamá nunca me enseñó a tejer”, cuenta Antonia una mañana respondiendo a la pregunta sobre cómo ha sido su primer acercamiento con el telar.

Remembranzas así son vertidas durante las facilitaciones de protección patrimonial que la ONG Impacto2 implementa en 22 comunidades de Los Altos de Chiapas, y que parten de la metodología de trabajo colaborativo que fomenta espacios de diálogo alrededor de la cultura y lo que emana de ella, sus manifestaciones y la narrativa que pocas veces es abordada desde la raíz y en la lengua que le brinda pertenencia e identidad. Las artesanas, como les gusta referirse entre ellas, encuentran esas narrativas en la cotidianidad de sus formas de vida y las manifiestan e interpretan a modo de tejido y bordado. Apuntan mediante la trama y la urdimbre aquello que representa la cosmovisión de sus antepasados: los abuelos y las abuelas; plasman igualmente la flor, que la rana, que el rombo. La presencia de textiles data de mucho antes de la llegada de los españoles. “En resumen, se puede decir que el textil apareció en el territorio mexicano alrededor del 9000-7000 a. C. y ya para el Preclásico la elaboración de la vestimenta entró en la vida cotidiana como un objeto indispensable y como cualquier otro oficio” (Kopakova, 2017). En las bellas artes, la figura de la autoría es un eje central, concebimos y damos relevancia a las creaciones mediante los nombres que les firman al calce, aun si el anonimato está presente, la imagen o la palabra le pertenecen a alguien. El problema surge pues, cuando el imaginario individualista no tiene cabida en otras posibilidades, en otros mundos, donde los objetos no son de nadie porque son de todas y todos.

¿Es el textil un vehículo de comunicación colectiva? Antonia dice que sí, porque es a través de éste que se construye y comunica la identidad. “Yo sé que soy de Tenejapa porque mi huipil me lo dice, así le debe decir también a la que es de Chamula y no de acá”.

Una herencia cultural que se ha depositado en los distintos “diseños” a lo largo de los siglos. Los textiles son ese espejo que refleja la mentalidad de un tiempo, no obstante, los significados depositados en los textiles han sido objeto de los embates de los siglos y de las complicaciones históricas. La irrupción violenta de la colonización impuso una forma de vida muy alejada a la realidad social de los pueblos originarios asentados en el sur. Sin embargo, existió una resistencia con relación al poder impositivo de los conquistadores: la resistencia e hilado de las tejedoras. Así lo hace notar Andrés Fabregas en su texto El textil como resistencia cultural

La riqueza simbólica de estas expresiones fue una sólida base para la construcción de una cultura de resistencia, tejida prácticamente en medio de la complicada maraña de relaciones establecidas por el orden colonial… los pueblos autóctonos de Chiapas reconstruyeron sus identidades en el marco de esta resistencia y la transmitieron de la manera más segura: mostrándose al colonizador todos los días en el trabajo textil. (Fábregas, 2014). 


© ONG Impacto

Son entonces estas resistencias las que ahora, en el mundo moderno, se enfrentan a otras formas de opresión, no menos violentas y no menos colonizantes; visibles a través de la hipermercantilización y el despojo cultural que el mercado y el Estado, mediante legislaciones de escritorio y políticas públicas sin contextualización, perpetúan y propician dentro de sociedades acostumbradas al estandarte de la globalización como pretexto para la apropiación indebida de la cultura y la invisibilización disfrazada de inspiración y homenaje. Por consiguiente, las comunidades, y en específico las artesanas y artesanos, se han visto en la necesidad de adecuarse, resilientes a lo que el mercado demanda y el Estado permite, ya sea a través de la depreciación de sus creaciones, desvalorizando la cultura que habita en sus textiles o bien, siendo parte de cadenas de producción que alimentan las malas prácticas y ensanchan cada vez más las brechas de género e inequidad que mantienen sumidos a los pueblos originarios en la marginalización y la pobreza. 

No obstante, los embates de la realidad socio cultural y económica de las comunidades originarias en México y el mundo, artesanas y artesanos organizados formal e informalmente y acompañados de organizaciones de la sociedad civil, apuestan por la sensibilización y la concientización de las personas que consumen estos bienes y productos culturales. Siendo el último eslabón de la cadena de valor el que tiene el poder, por ahora, de cambiar dichas realidades y abonar a mejores y críticos procesos de consumo ético y responsable. La labor se concentra en visibilizar la apropiación cultural indebida como una realidad latente, pero además como una punta de iceberg que oculta realidades históricas avasallantes de discriminación, racismo y opresiones sistémicas que hoy se resignifican con discursos de empoderamiento, autonomía y autogestión. 

Bibliografía 

CONAPRED. (s/f). Numeralias. Recuperado el 17 de agosto de 2021 en: CONAPRED - 

Fábregas-Puig, A. 2014. El textil como resistencia cultural. Artes de México, 19, 9-13. 

INEGI. 2010. Censo de Población y Vivienda 

Kolpakova, A. 2017. Diseños Mágicos: análisis de los diseños con rombos en los huipiles mayas de Chiapas. México: Samsara. 

ONG IMPACTO. (s/f). Consumo y comercio ético para principiantes. Recuperado el 17 de agosto de 2021 en: http://impacto.org.mx/2017/07/07/comercio-y-consumo-etico-pa...

 

*ONG Impacto es una organización de la sociedad civil con sede en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México que fusiona la filantropía y el emprendimiento social tomando como ejes rectores el comercio ético, la perspectiva de género, la justicia social y el desarrollo sostenible de los pueblos originarios. Desde sus inicios y gracias a su fundadora Adriana Aguerrebere (QEPD) ha impactado positivamente en la vida de más de 600 mujeres artesanas y sus familias en la zona de Los Altos de Chiapas, promoviendo procesos autogestivos y horizontales que contribuyan al Lekil Kuxlejal, la armonía de vida personal y colectiva.