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En memoria de Pilar Luna, arqueóloga subacuática mexicana (1944-15 marzo 2020)

Pilar Luna fue una pionera en la protección y manejo del patrimonio cultural subacuático. Como mujer de ciencia de América Latina y el Caribe, ella inspiró a muchas más mujeres en la región, al punto que la paridad de género es una realidad en el ámbito de la arqueología subacuática en esta parte del mundo.
Su entusiasmo y verdadera pasión en la protección y preservación de nuestro patrimonio común bajo las aguas del planeta, hizo que muchas personas, desde el público en general hasta los políticos de más alto rango, interiorizaran la necesidad de ganar conciencia sobre este enormemente rico recurso de nuestro pasado que necesita de una protección activa. Otorgó una significativa atención a la protección de este patrimonio contra la degradación natural, la ignorancia y la codicia. Dirigió durante 37 años el Centro de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Arqueología e Historia (INAH) de México e incluso luego de su retiro, continuó colaborando con el INAH en un conjunto de proyectos de investigación y capacitación.
En la arena internacional, Pilar fue miembro activo de la delegación mexicana participante en las numerosas reuniones de consulta en la UNESCO que tuvieron como resultado la creación de la Convención sobre la protección del patrimonio cultural subacuático (2001). Su apoyo a la región continuó durante los procesos de ratificación de este importante instrumento, así como en el establecimiento de las capacidades y estructuras necesarias para su apropiada implementación. Pilar fue miembro del Consejo Consultivo Científico y Técnico (STAB) de la Convención UNESCO y del Comité Internacional para el Patrimonio Cultural Subacuático del ICOMOS (ICUCH). Hasta el presente, la región cuenta con veinte Estados Partes de la Convención 2001, los que unen fuerzas en la lucha contra la caza de tesoros, la indiferencia y la explotación indiscriminada de su patrimonio cultural subacuático. Pilar estimuló la realización y organizó múltiples entrenamientos e iniciativas para la creación de capacidades tanto en su país natal, México, como en otros territorios de la región, siempre dispuesta a participar y a romper cualquier barrera que impidiera alcanzar el objetivo de asegurar la continuidad sostenible del trabajo que ella y muchos colegas de su generación desarrollaron. Gracias a Pilar Luna, muchos arqueólogos subacuáticos que trabajan en sus instituciones nacionales o en programas universitarios en la región, aseguran que sus esfuerzos continúen.
Aunque Pilar siempre transmitía su deseo de aprovechar cada instante de la vida a todos los que tuvieron la fortuna de trabajar con ella y aprender de ella, también sabía que cada día en la Tierra es un don que puede ser arrebatado cualquier momento. Esto, probablemente, era lo que impulsaba sus ansias de enseñar y dejarnos un sólido legado.
Ella contribuyó a crear en la región de América Latina y el Caribe una red fuerte de arqueólogos subacuáticos que trabajan unidos, que conocen lo que significa la solidaridad y se esfuerzan por hacer que su profesión prospere en nuestros países. Hoy en día, gracias a la labor que ella comenzó, la arqueología subacuática de la región es reconocida internacionalmente y está presente en conferencias científicas y simposios.
Pilar era también una amiga incondicional, dispuesta a escuchar y a ayudar a todo el que se le acercara. Su generosidad era también una preciosa dádiva. Ella sabía bien que, aunque nuestro trabajo es comprender a la humanidad a través de su mundo material, no podemos llevárnoslo cuando partimos. El mejor regalo que nos legó fue su conocimiento, una antorcha que pasó a las más jóvenes generaciones de arqueólogos subacuáticos y gestores del patrimonio, para continuar iluminando el camino y entrar en él cuando les llegue el momento.
Sin embargo, aunque todos los que la conocieron y trabajaron con ella están profundamente tristes, en todos ellos prima el fuerte sentimiento de que su presencia sigue siendo la fuerza inspiradora que los impulsa a continuar trabajando por todo aquello que ella les enseñó principalmente a amar y comprender: el patrimonio cultural preservado en las profundidades de los océanos, mares, ríos y lagos. Más allá de cualquier expectativa, ella ya actúa como el patrón a seguir por los arqueólogos subacuáticos. ¡Sea su viaje feliz y suave su navegar!