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En tiempos de crisis, las personas necesitan la cultura

El COVID-19 ha puesto en evidencia la indispensabilidad de la cultura para las comunidades. En este momento, en el que millones de personas se encuentran físicamente aisladas unas de otras, la cultura nos ha unido, creando vínculos y acortando la distancia que nos separa. La cultura nos ha servido de apoyo durante este período de enorme ansiedad e incertidumbre. Aún contando con la cultura para superar esta crisis, no debemos olvidar que la cultura también sufre sus consecuencias. Numerosos artistas y creadores no consiguen llegar a fin de mes y mucho menos proseguir con su actividad. Mientras el mundo se esfuerza por hacer frente al peligro que representa el COVID-19, debemos buscar medidas para apoyar a los artistas y facilitar el acceso a los bienes y servicios culturales, a corto y medio plazo.
 
Por Ernesto Ottone R., Subdirector General de Cultura de la UNESCO

Muchos países han cerrado sus museos, salas de conciertos y otras instituciones culturales con el fin de ayudar a frenar la pandemia del COVID-19. La cultura se está desplazando en gran parte a internet, a las redes sociales y a los balcones de las grandes ciudades.

En tiempos de crisis las personas necesitan la cultura más que nunca

Nos vemos enfrentados a una crisis mundial sin precedentes. Miles de personas han perdido la vida como consecuencia del COVID-19 y un número aún mayor ha sido infectado. Millones de personas se encuentran confinadas en sus casas en el mundo entero. Los que no pueden trabajar desde casa – como es el caso de los médicos, enfermeros, personal de emergencia, aquellos encargados de asegurar servicios esenciales para la población tanto en supermercados como en farmacias, personal de limpieza, y responsables de la gestión del orden público entre otros – ponen sus vidas en peligro cada día para mantenernos sanos y salvos. Los sistemas sanitarios, incluso en los países más desarrollados, se encuentran al borde de sus capacidades en la lucha contra esta pandemia global. No cabe duda de que el COVID-19 tendrá repercusiones económicas, sociales y psicológicas más allá del fin de la crisis sanitaria.

El COVID-19 ha puesto en evidencia, como suelen hacer las crisis, la indispensabilidad de la cultura para los individuos y las comunidades. En las redes sociales hemos podido disfrutar de los vídeos alentadores de músicos y artistas de todos los géneros, de renombre mundial y desconocidos, que han compartido gratuitamente su música para el provecho de sus vecinos y de millones de personas más a través de las redes. Muchos emplean su talento artístico para difundir información importante sobre el COVID-19, tal como la importancia de lavarse las manos adecuadamente y del distanciamiento social. Hemos visto como comunidades enteras, aisladas en sus hogares, se han unido para cantar, tocar música, bailar, o incluso proyectar películas desde las ventanas de sus balcones. Museos, teatros de ópera, salas de conciertos y otras instituciones culturales, actualmente cerradas al público, han abierto sus puertas virtuales generosamente, ofreciendo gratuitamente visitas a sus colecciones y retransmisiones de espectáculos a través de sus páginas web. Asimismo, bibliotecas y cinetecas han puesto sus archivos digitales a disposición del público. La UNESCO ha estado incitando a los sitios de Patrimonio Mundial a sumarse a esta iniciativa y ya ofrece la posibilidad de explorar el Patrimonio Mundial sin salir de casa, a través de plataformas digitales como Viajes del Patrimonio Mundial en Europa.

En este momento, en el que millones de personas se encuentran físicamente aisladas unas de otras, la cultura nos ha unido, creando vínculos y acortando la distancia que nos separa. La cultura nos ha servido de apoyo y de inspiración y nos ha aportado esperanza durante este período de enorme ansiedad e incertidumbre.

En este momento, en el que millones de personas se encuentran físicamente aisladas unas de otras, la cultura nos ha unido, creando vínculos y acortando la distancia que nos separa. La cultura nos ha servido de apoyo y de inspiración y nos ha aportado esperanza durante este período de enorme ansiedad e incertidumbre.
Ernesto Ottone R., Subdirector General de Cultura de la UNESCO

La cultura bajo el efecto de la crisis

Aún contando con la cultura para superar esta crisis, no debemos olvidar que la cultura también sufre sus consecuencias. Numerosos artistas y creadores, particularmente aquellos que forman parte de la economía informal o que trabajan de manera discontinua, no consiguen llegar a fin de mes y mucho menos proseguir con su actividad. Las instituciones culturales, ya sean grandes o pequeñas, están perdiendo ingresos cada día. Un gran número de sitios de Patrimonio mundial ha tenido que cerrar sus puertas al público, lo que repercutirá social y económicamente en las comunidades que los habitan y en su entorno. El COVID-19 ha interrumpido numerosas prácticas del patrimonio cultural inmaterial, tales como rituales, ritos y ceremonias tanto religiosas como paganas, con consecuencias considerables para la vida social y cultural de las comunidades del mundo entero. Tal y como ha demostrado el reciente terremoto en Zagreb, Croacia, el patrimonio cultural no deja de ser vulnerable ante los desastres naturales y otras amenazas, con la pandemia complicando aún más las labores de respuesta a situaciones de emergencia.   

Por otro lado, el acceso a la cultura a través de medios digitales está fuera del alcance de millones de personas en el mundo. Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones de las Naciones Unidas, el 86% de la población de los países desarrollados tiene acceso a internet, frente a un mero 47% en los países en desarrollo.[1]  La Comisión de la Banda Ancha para el Desarrollo Sostenible, creada por la UIT y la UNESCO, indica en su informe anual de 2019 que alrededor del 43,5% de las personas entrevistadas en países de renta baja considera la mala conectividad un obstáculo para el uso de internet, mientras que solamente un 34,6% de las personas consultadas en países de renta media-alta y un 25% en países de renta alta compartían esta opinión. Persisten además las desigualdades entre hombres y mujeres en lo que respecta el acceso a internet. Según la OCDE, el número de mujeres con teléfono inteligente con acceso a internet es 27 millones menor al de hombres.[2]  La publicación de la UNESCO del año 2019 “Me ruborizaría si pudiera” realizada bajo los auspicios de la Coalición de Competencias EQUALS, ilustra que las mujeres tienen actualmente cuatro veces menos oportunidades de desarrollar conocimientos en el ámbito digital que los hombres.

 

[1] ITU, 2019: “Measuring Digital Development”, p. 2.

[2] OECD, 2017: “Bridging the Digital Gender Divide”, p. 5.

Necesitamos un esfuerzo conjunto y global para apoyar a los artistas y garantizar el acceso a la cultura para todos.
Ernesto Ottone R., Subdirector General de Cultura de la UNESCO

Tomar medidas para apoyar a nuestros artistas y aumentar el acceso a la cultura

Mientras el mundo se esfuerza por hacer frente al peligro que representa el COVID-19, debemos buscar medidas para apoyar a los artistas y facilitar el acceso a los bienes y servicios culturales, a corto y medio plazo.

Debemos colaborar para que la cultura sea accesible para todos y que la diversidad de las expresiones culturales de la humanidad prospere en todos los ámbitos, incluido el digital. De modo que las comunidades sin acceso a internet puedan seguir accediendo a la cultura, incluidos los pueblos indígenas, se deberá hacer uso de herramientas analógicas, como por ejemplo las estaciones de radio comunitarias. Debemos incitar a los países a facilitar el acceso de sus artistas al mercado internacional y a una remuneración equitativa por su trabajo. Con una de cada cinco personas empleadas en el sector de la cultura trabajando a tiempo parcial y a menudo con contratos temporales, como autónomos o de manera intermitente, debemos reflexionar sobre los marcos legales laborales y de protección social bajo los que operan los artistas, y tomar en debida consideración las particularidades del oficio.[1] En todo momento y más aún en tiempos de crisis como los actuales, debemos garantizar que los derechos económicos, sociales y humanos de los artistas y creadores sean respetados, incluyendo, el derecho a la libertad de expresión y a la protección frente a la censura.

La UNESCO se ha propuesto promover el acceso a la cultura durante este periodo de aislamiento y confinamiento. A través de las redes sociales hemos lanzado la campaña #ShareCulture con el fin de fomentar que gente de todo el mundo comparta su creatividad de manera digital. Asimismo, estamos intensificando nuestros esfuerzos para ampliar el acceso a la cultura y prestar nuestro apoyo a los artistas, para combatir las causas subyacentes de la crisis actual que está afectando a la cultura.

Hoy más que nunca, la gente necesita la cultura. La cultura nos hace más resilientes, nos da esperanza, nos recuerda que no estamos solos. Por ello la UNESCO hará todo lo posible por apoyar la diversidad cultural, proteger nuestro patrimonio y dotar a los artistas y creadores de unas condiciones laborales dignas, en este momento y una vez que hayamos superado la crisis. Esperamos de todo corazón que se unan a nuestros esfuerzos, en la medida de lo posible, apoyando la cultura en sus propias comunidades.

 

[1] UNESCO, 2019: “Culture and Working Conditions for Artists”, p. 6.