lake chad young girl

Historia

La iniciativa del lago Chad crea empleos verdes para las comunidades locales

El ambicioso Proyecto sobre la Biosfera y el Patrimonio del lago Chad (BIOPALT) es un programa para contribuir a que los ribereños de esta gran cuenca lacustre africana puedan vivir y trabajar en paz. El reto es inmenso. Este lago y su cuenca, que desde mil años atrás vienen siendo una encrucijada esencial de las civilizaciones del oeste y el centro de África, suministran con sus recursos medios de subsistencia a 45 millones de mujeres, hombres y niños

El ambicioso Proyecto sobre la Biosfera y el Patrimonio del lago Chad (BIOPALT) es un programa cuadrienal, iniciado en 2018, para contribuir a que los ribereños de esta gran cuenca lacustre africana puedan vivir y trabajar en paz. Para ello se ha fijado un triple objetivo: hacer un balance de los actuales recursos de la región para gestionarlos sosteniblemente; llevar a cabo actividades experimentales para rehabilitar algunos ecosistemas; e impulsar el desarrollo de una economía verde. 



El reto que supone llevar a cabo esta tarea es inmenso. En efecto, este lago y su cuenca, que desde mil años atrás vienen siendo una encrucijada esencial de las civilizaciones del oeste y el centro de África, suministran con sus recursos medios de subsistencia a 45 millones de mujeres, hombres y niños de cinco países: el Camerún, el Chad, Níger, Nigeria y la República Centroafricana. La región del lago posee una diversidad biológica excepcional y humedales de gran importancia internacional (Sitios Ramsar), y también cuenta con varios sitios del Patrimonio Mundial.  

Los ecosistemas de la cuenca lacustre se hallan en una situación de gran precariedad y padecen graves desequilibrios, debido a que entre 1960 y 1985 el lago perdió hasta un 90% de su superficie. La deforestación, la sequía y la pérdida de biodiversidad son fenómenos agravados por conflictos que provocan migraciones demográficas muy desestabilizadoras.

En el marco del Proyecto BIOPALT, la UNESCO está trabajando con las poblaciones de la cuenca, que figuran entre las más pobres del mundo, y está aplicando los principios de su Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MAB) para impulsar actividades generadoras de ingresos (AGI) basadas en una economía verde. Entre esas actividades cabe mencionar la creación de un sistema de alerta temprana contra las sequías e inundaciones, la repoblación pesquera y la producción de alfalfa para la raza vacuna “kuri”, una especie endémica que desempeña un papel importante en la cohesión social de los habitantes de la región. 

En Níger, esas actividades están contribuyendo a fortalecer la resiliencia socioeconómica de unas 30.000 personas, de las que 13.000 son mujeres. Salamatu, una mujer de la aldea de Bulangu Yaku, recibió una formación para dedicarse a la producción de aceite con pepitas del dátil del desierto (Balanites aegyptiaca), un vegetal tradicionalmente muy apreciado porque, además de frenar la erosión de los suelos, las comunidades locales lo usan con fines medicinales y alimentarios.  

La producción y la venta de aceite de pepitas del dátil del desierto me ha cambiado la vida, porque ahora soy más independiente y puedo satisfacer las necesidades básicas de mi familia

Salamatou

No lejos de aldea de Bulangu Yaku se halla el estanque de Djonaha que con sus 5 km² de superficie constituye un verdadero pulmón económico para miles de habitantes de sus alrededores. Sin embargo, hace años que se estaba encenagando y era invadido por una variedad de espadaña (Typha australis), lo cual podría provocar su desaparición. Gracias al Proyecto BIOPALT se ha saneado el estanque, ayudando a los pescadores a arrancar las espadañas para plantar en su lugar setos vivos del arbusto Bauhinia rufescens y contrarrestar así la erosión eólica de sus orillas. Al mismo tiempo, se llevó a cabo una operación de repoblación pesquera  con  lanzamiento de unos 3.000 alevines a las aguas del estanque.

Más al sur, en las aldeas de Andirni y Djermé, situadas en el territorio del Camerún, las mujeres están utilizando ahora hornos ecológicos fabricados por ellas mismas con materiales locales. Con ellos necesitan cada vez menos leña para cocinar y además humean mucho menos, lo cual hace que las cocinas sean más confortables.  

En el pasado, las operaciones tradicionales para conservar los alimentos les tomaban mucho tiempo a las habitantes de esas aldeas y consumían mucha energía, pero ahora han adoptado nuevas técnicas y modos de vida más sostenibles para no explotar abusivamente los recursos naturales del bosque local que forma parte de la Reserva de Biosfera de Waza, creada hace ya algo más 40 años. 

Otras dos metas esenciales del Proyecto BIOPALT son: mitigar la inseguridad alimentaria de las comunidades locales; y orientar a las mujeres hacia actividades económicamente productivas, a fin de que sus ingresos puedan aumentar en algo más de un 50% antes de que finalice el proyecto. De ahí que les esté ayudando para que se dediquen a una serie de producciones agrícolas rentables, distribuyéndoles para ello simientes seleccionadas con vistas a que cultiven cebollas, cacahuetes, mijo y sorgo. 

Debido a que en esta región el cambio climático y la desertificación han deteriorado seriamente el medio ambiente natural, las mujeres se han fijado el objetivo de plantar 1.000 árboles frutales – principalmente, mangos– para que contribuyan a la reforestación de la Reserva de Biosfera de Waza y puedan ser, a la vez, un recurso alimentario y una fuente de ingresos para muchas familias. 

Al otro lado de la frontera, en el territorio de Nigeria, la Reserva de Biosfera Hadejia-Nguru-Bade se ve afectada por la proliferación de la espadaña Typha australis). En el marco del Proyecto BIOPALT se ha aconsejado a los agricultores que exploten esta planta de raíz rizomatosa con vistas a producir pienso para el ganado. Así podrán obtener un beneficio económico y, al mismo tiempo, contribuirán a frenar la expansión y el impacto negativo de este vegetal en el medio ambiente.  

Por toda la cuenca del lago Chad se pueden ver manadas de vacas de la raza “kuri”. Esta especie endémica de la región no sólo es un motivo de orgullo para los que se dedican a su crianza, sino que les confiere un prestigio social. La cría y el pastoreo de este ganado vacuno mantiene viva una tradición de nomadismo fuertemente arraigada en la identidad de las comunidades locales. La mengua de la superficie del lago ha fragilizado el mantenimiento de esta especie animal autóctona, debido a que no tolera bien las zonas áridas y de dunas creadas por las sequías. De ahí que el Proyecto BIOPALT esté prestando apoyo a los ganaderos y haya instalado ex profeso una granja forrajera de 5 hectáreas en la que éstos reciben formación técnica para producir, explotar y comercializar alfalfa, un pienso muy apreciado por el ganado. Desde la creación de la granja, la producción diaria de leche por vaca ha ido aumentando hasta alcanzar la cantidad de 10 litros, lo cual ha permitido además la venta de productos derivados (mantequilla y cuajada). Hoy en día, se benefician de esta actividad unas 5.000 personas.

Nacida en el Chad, en el seno de la comunidad pastoral mbororo, Hindu Umaru Ibrahim es toda una personalidad en la cuenca del lago, no en vano se llama con un derivado del nombre propio árabe “Hind” que algunos asocian a la virtud de la tenacidad. Pueblo de pastores nómadas del extremo oeste del Chad, los mbororo poseen toda una serie de conocimientos y prácticas en materia de previsiones meteorológicas que han ido adquiriendo, generación tras generación, sobre la base de su interacción con el medio natural en el que viven. En épocas de sequía o ante fenómenos meteorológicos inesperados, los pastores mbororo recurren al acervo de sus conocimientos tradicionales para adaptarse a los cambios estacionales y desplazarse a grandes distancias en el Sahel semiárido en busca de agua y pastos para sus ganados. Hindu Umaru Ibrahim forma parte actualmente del comité técnico y científico del Proyecto BIOPALT. Está colaborando con la UNESCO en la elaboración de una cartografía participativa en tres dimensiones de la región desértica del Sahel situada en el territorio del Chad. En su condición de presidenta de la Asociación de Mujeres y Pueblos Indígenas del Chad (AFPAT), se esfuerza al máximo por lograr que las poblaciones indígenas dispongan de los medios necesarios para hacerse escuchar. 

Si no protegemos los distintos tipos de ecosistemas, el equilibrio del planeta se romperá irremediablemente

Hindou Oumarou Ibrahim

“La mujer del lago” es el apodo por el que se conoce a Bevia Respa, otra personalidad de la cuenca lacustre que vive en la localidad de Bol. Su caballo de batalla es la lucha contra la desnutrición y para combatir esta plaga ha apostado por la espirulina, un alga rica en proteínas que se cría en las aguas del lago Chad. El Proyecto BIOPALT está ayudando a Bevia para obtener la certificación del alimento producido con esa alga.  

El lago proporciona a las poblaciones ribereñas múltiples recursos nutricionales y alimentarios. Es necesario aparlrender a explotos como es debido

Bevia Respa

Las economías verdes gestionadas a nivel local contribuyen también a proteger a las comunidades ribereñas del lago Chad contra los impactos socioeconómicos negativos acarreados por la pandemia de COVID-19. Esta crisis sanitaria ha puesto de manifiesto que el mundo puede encaminarse hacia un futuro cada vez más incierto y sombrío, si perduran la depredación de la biodiversidad y la degradación del medio ambiente causadas por la especie humana. Este hecho incontrovertible y el cambio climático deben seguir siendo elementos esenciales de toda reflexión sobre la situación de riesgo de la cuenca del lago Chad, incluso cuando llegue el día en que el peligro haya quedado atrás y la comunidad internacional pueda designarla Reserva de Biosfera Transfronteriza. 

Con la crisis sanitaria nos hemos podido percatar de hasta qué punto nuestra salud depende del medio ambiente en que vivimos

Hindou Oumarou Ibrahim