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Los pueblos indígenas en el mundo contemporáneo y los contextos del cambio climático

Por Jessica Vega Ortega
Co-presidenta del caucus global de jóvenes indígenas
 
Los Pueblos Indígenas se caracterizan por su profunda relación con el entorno, con sus territorios ancestrales y en su visión armónica de estrecha relación como seres humanos y la naturaleza de la que son parte; sin embargo, incluso en estos contextos contemporáneos, en muchas ocasiones los pueblos indígenas originarios aún siguen siendo vistos como ciudadanos de segunda clase en el mundo, históricamente encasillados en un nivel inferior, condenados a la extinción con las propuestas de un avance denominado progreso o desarrollo, aniquilados entre guerras, enfermedades, explotación, invasiones territoriales o ante una asimilación forzada de la cultura.
La discriminación constante, la exclusión y el desplazamiento forzado son otros de los factores de vulnerabilización de los derechos colectivos de los pueblos indígenas en adicional a la falta de las garantías individuales básicas como los derechos humanos.
El movimiento actual de las siete regiones socio culturales de los pueblos indígenas1 sigue desafiando los modelos occidentales y colonialistas de progreso o desarrollo, desde otros pensamientos distintos a los que emergen de su cosmogonía y cosmovisión, los cuales marcan debates y líneas diferentes de acción en las agendas globales como la Agenda 2030 y los Objetivos del Desarrollo Sostenible, proponiendo una concepción única por su cosmovisión diferenciada, multisectorial que reconoce los valores culturales, espirituales y sociales, afirmando así un lugar en la cultura, economía y política mundial que busca un buen vivir basado en el pensamiento armónico con la madre tierra.
Por lo tanto, para los pueblos indígenas el cambio climático no solo se expresa a través de impactos físicos, sino también a través de cambios sociales, culturales y espirituales en las comunidades. La emergencia climática es una crisis existencial; esto se debe principalmente a un modelo económico centrado en el crecimiento que continúa priorizando las ganancias y el dominio económico sobre las personas, el bienestar y el planeta.2
En este sentido los pueblos indígenas siguen estando en un marco altamente vulnerable ante las amenazas naturales o las acciones humanas, ya que aunque ocupan una cuarta parte de la superficie del planeta, protegen el 80% de la biodiversidad del planeta,3 sus asentamientos de vida se encuentran en zonas de alto riesgo, cerca de riberas, zonas costeras, desiertos, altitudes, montañas que los expone a los diferentes efectos naturales que los pone en un constante desafío para desarrollar métodos de resiliencia y protección de sus identidades.
La biodiversidad que los pueblos, comunidades y territorios indígenas siguen conservando afecta considerablemente las condiciones, modos de vida y resistencia, ya que las políticas de modelos de desarrollo extractivistas y extranjerización de las tierras ponen en constante riesgo no solo a los pueblos sino también a los recursos naturales; bosques, suelos, tierras, agua, fauna y flora en general, incluyendo la vida humana.
No se pueden ver solo los intereses monetarios, porque la invasión de áreas naturales protegidas provoca procesos de zoonosis que tienen consecuencias devastadoras, como son el cambio climático o la actual pandemia de COVID-19, las cuales han dejado ver que las profundas desigualdades impactan mayormente a quienes han vivido históricamente el racismo, la exclusión, sectorización, clasismo y discriminación.
El cambio climático es el dolor de la madre tierra, pues cuando se seca un rio o un lago, desde las cosmovisiones indígenas, implica la pérdida de un espíritu y las nuevas generaciones pierden la referencia de esa tradición. Por ello es importante recordar que “los pueblos originarios son guardianes de la madre tierra; sin embargo, han sufrido numerosos ataques, entre ellos una deforestación desenfrenada, asesinatos a defensores de la tierra y ataques a quienes implementan acciones por el clima”.4
Antes de que aparecieran conceptos como “Conservación o Cambio Climático” los pueblos originarios ya habían implementado medidas diferentes y eficaces para mantener la riqueza de la biodiversidad como la preservación, el cuidado y respeto a los ciclos para mantener en armonía en la tierra y el territorio que provee de la vida.
 
Derecho a la tierra y territorio de las futuras generaciones
La relación de los pueblos indígenas con la tierra y el territorio ha sido un tema de debate a lo largo de la historia, al respecto se ha generado una serie de alcances importantes en el ámbito internacional como la Declaración de los Pueblos Indígenas, que refiere a proteger el derecho de los pueblos indígenas a la tierra y el territorio5, así como otros marcos jurídicos como el convenio 169 de la OIT.
Las agencias de Naciones Unidas, los Estados, y múltiples actores deben seguir trabajando y expresando oportunidades de soluciones a los problemas globales. Los marcos jurídicos son fundamentales para la participación consciente de la ciudadanía de todos los habitantes de la Tierra, porque actualmente viven una situación crítica que, aunque sucedió en otra comunidad, impacta a todas y todos.

Se debe reconocer la importancia de implementar acciones reglamentarias, jurídicas, que protejan el medio ambiente, destacando preceptos como el consentimiento libre, previo e informado, o acuerdos que buscan prevenir desastres, como el Acuerdo de París o el actual Acuerdo de Escazú, ya que a la fecha hoy más que nunca se ha cobrado conciencia de lo mucho que necesitamos el desarrollo sostenible, porque el cambio climático y sus efectos pueden impactar de múltiples formas si no hay políticas o acuerdo reguladores.

Para los pueblos indígenas es fundamental conocer las vías legales para defender un territorio de megaproyectos que no cumplan con los lineamientos de la ley en materia de consulta, transparencia e impacto ambiental, así como establecer estrategias para proteger a los defensores ambientales y del territorio, puesto que de ello depende evitar genocidios, por efectos concatenados donde no solo existe invasión de territorios para extraer minerales, sino que al tiempo, causan daños en la salud de las mujeres indígenas, las cuales se ven afectadas por problemas de salud reproductiva.

Los múltiples impactos a los territorios indígenas por diversas problemáticas dejan a las juventudes indígenas en constantes desafíos de la preservación de sus identidades y la continuidad de sus saberes, ya que la falta de oportunidades, salarios mal remunerados o falta de instituciones educativas son parte de los principales motivos de migraciones hacia las ciudades.

Por ello “para las y los jóvenes indígenas, la transmisión de los conocimientos tradicionales son un elemento central para el empoderamiento, los pueblos indígenas no están separados de la tierra, y un ataque a la madre tierra es un ataque a la preservación de los conocimientos tradicionales, la identidad cultural y espiritual de sus pueblos. Solicitan que se invierta en las organizaciones indígenas como actores principales de acciones orientadas a la mitigación al cambio climático”.6

La incidencia de las juventudes indígenas no se limita al futuro, son el presente constante en las primeras líneas de acción, trabajo y lucha, por ello es necesario mencionar que las juventudes indígenas han hecho esfuerzos constantes para poder integrar en la agenda 2030 sus perspectivas como una prioridad.

Puesto que ante la futuras catástrofes desde las múltiples plataformas, desde los contextos de base hasta los procesos globales la articulación constante ha buscado instar mecanismos que permita un derecho a la tierra para las futuras generaciones. El Caucus Global de Jóvenes Indígenas reconocido por el sistema de Naciones Unidas, la Red de Jóvenes Indígenas de América Latina y el Caribe, las organizaciones y colectivos en esta modernidad han implementado nuevas estrategias de visibilización con herramientas como el arte, la tecnología y la innovación.

Pedro Gallegos, joven indígena zapoteca del estado de Oaxaca, nos recuerda que “el que no quiere a su tierra, no quiere a su madre” mediante la campaña #RaizRompeCemento.7 Vincular su música con sus sentires ante las situaciones que enfrentan en sus comunidades, hace de la música un instrumento de defensa y de fortalecimiento y recuperación de saberes como los idiomas nativos, que sin duda aporta al decenio de las lenguas indígenas, resaltando los trabajos intersectoriales para las juventudes indígenas.

Los pueblos indígenas saben de la importancia de hablar de una manera intersectorial porque es parte de la cosmovisión. Por ello conocer los efectos de los proyectos, políticas y acciones que se desarrollan en los territorios de los pueblos indígenas, se debe avanzar en el marco de los derechos internacionales ya establecidos y conocer más de los impactos. Reconocer los desafíos y las posibles soluciones de maneras intersectoriales puede aportar al Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030) y con ello seguir contribuyendo a la protección de la madre tierra, ya que en estos contextos contemporáneos con múltiples problemáticas no solo estamos decidiendo el futuro de los pueblos indígenas sino el de la humanidad y la biodiversidad que aún prevalece.