Historia

Voces docentes: “Sueño una educación que reconozca las necesidades educativas de los pueblos originarios”

 “Soy una mujer mapuche o, como se diría en mi pueblo, soy champurria”, dice Anahí, es decir, que es producto una mezcla. Su padre era 100% mapuche y su madre, descendiente de españoles y franceses. Actualmente vive en Lautaro, a 30 kilómetros de Temuco, en el sur de Chile y cuando alguien le habla de interculturalidad, ella contesta “eso es mi casa”.

Su pasión por la etnomatemática nació después de un congreso en España donde “vi a un profesor de Bolivia que habló de la escuela rural del grupo indígena al cual él pertenecía y contó sobre las falencias y las necesidades en lo educativo para los niños del grupo cultural”.  Partiendo de la base de que todo grupo sociocultural tiene su forma de hacer matemática, comenzó a investigar sobre cuál era la forma de hacerlo del pueblo mapuche, y sobre cómo incorporar la cosmovisión de estas comunidades en el aula y si es que era posible generar un modelo de enseñanza que integrara elementos etnomatemáticos. “Vi en la etnomatemática una forma de reconocer el conocimiento que para el contexto académico de la matemática no era válido”, reconociendo primero ciertos elementos matemáticos propios del pueblo mapuche y luego llevándolos al aula.

¿Cómo son las clases de etnomatemática de Anahí?

Dentro de su investigación esta maestra encontró que el pueblo mapuche utilizaba el Pürón (nudo) como sistema de registro numérico. Anahí tomó este elemento cultural y junto a una metodología acorde a cómo el pueblo transmite su conocimiento, lo aplicó en escuelas rurales multigrado de la Región de la Araucanía. “Una clase de etnomatemática debe tener un artefacto propio del pueblo que sirva para los elementos matemáticos a tratar. Además, la forma en que la tratamos debe ser coherente, pertinente al propio artefacto y al pueblo, tienen que estar las dos cosas”, comentó.

Con estos dos elementos en mente, diseñó actividades didácticas que les permitieron a los niños y las niñas recolectar y registrar información contable de su entorno. Primero contaron los árboles que había en la escuela y después, sin darse cuenta, hicieron otras operaciones básicas como agrupar por tipo de árbol y dividirlos de acuerdo a otras características.

¿Cómo sueña la educación del futuro?

“Sueño una educación que reconozca las necesidades educativas de los pueblos originarios y que cada pueblo originario tenga su derecho a generar la educación que crea pertinente para su grupo”.

Anahí sueña también con una escuela que ayude a reconocer al otro y que fortalezca lo positivo de la diferencia. Para ella la educación del futuro debe convivir con dos veredas, una en la que “están los pueblos indígenas que solicitan una educación indígena sustentada desde el propio pueblo. Y otra, desde la cual la etnoeducación se vincule a la escuela reconociendo las múltiples sociedades o grupos sociales que compongan, al menos, el territorio regional donde la escuela está inserta”.

Para Anahí Huencho es importante generar “una conversación dialógica entre la necesidad de la escuela, pero también la necesidad del pueblo”.