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El derecho a la ciencia es clave para fortalecer la cooperación científica para hacer frente al COVID-19 y futuras pandemias

Los científicos y el conocimiento científico han sido ampliamente alabados por ayudar a combatir la pandemia del COVID-19 y sus consecuencias, no sólo por el descubrimiento de vacunas en un tiempo récord, sino también por ayudar a mantener el funcionamiento de nuestras sociedades y la economía. Al mismo tiempo, también hemos sido testigos de un creciente rechazo a la ciencia y a los resultados científicos, así como del aumento de las objeciones y restricciones al trabajo de los científicos y científicas.

En su informe sobre el derecho a la ciencia y el COVID-19, la UNESCO llama la atención sobre la importancia del derecho humano a participar en el progreso científico y en sus beneficios (alias "el derecho a la ciencia"), enunciado en el artículo 27(1) de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el contexto de la pandemia del COVID-19.
 Right to science for stronger scientific cooperation to address COVID-19

El derecho a realizar ciencia y a acceder a sus resultados debe ser defendido como parte de la lucha por los derechos humanos y la igualdad, incluso la igualdad de género y de raza. En el futuro, se necesitará más, y no menos, ciencia y las decisiones políticas requerirán una sólida base científica para responder a los múltiples desafíos. Sin embargo, en muchos lugares, el avance de la ciencia tiene escasos vínculos, cuando los tiene, con cuestiones de igualdad, inclusión, libertad académica y otros derechos humanos.

Si se reconoce que la ciencia es un bien común adecuadamente orientado al beneficio de todas las personas, la cooperación científica internacional se hace obligatoria. La pandemia de COVID-19 ha demostrado claramente la importancia de esta cooperación para enfrentar las amenazas transnacionales.

Sólo a través de una activa cooperación internacional la construcción de un ecosistema para el libre pensamiento y la investigación podrá continuar, permitiendo así que el derecho a la ciencia y la libertad científica cumplan su papel decisivo en la transformación de nuestras sociedades.

Gabriela RamosSubdirectora General de Ciencias Sociales y Humanas, UNESCO

El derecho a la ciencia tiene un enorme potencial ya que cubre todo el ciclo científico, no sólo para reforzar la lucha contra el COVID-19, sino también para mejorar la colaboración científica internacional con vistas a un mayor intercambio de conocimientos, prácticas y aplicaciones, un vínculo más fuerte entre investigación científica y políticas, y una preparación científica básica de emergencia más eficaz.

La UNESCO pretende fomentar acciones que ayuden a prevenir futuras emergencias en las que la investigación científica, los conocimientos, los datos, las políticas o las pruebas desempeñen un papel importante. Una contribución histórica de la UNESCO al debate sobre el derecho a la ciencia es la adopción de la Recomendación de 2017 sobre la ciencia y los investigadores científicos. La Recomendación articula la forma en que la ciencia y los científicos deben ser apoyados y protegidos a través de las políticas e infraestructuras nacionales de ciencia, tecnología e innovación, y aborda cómo debe aplicarse el conocimiento generado por la ciencia en todos los ámbitos. La UNESCO promueve la asunción del derecho a la ciencia a través de la orientación operativa, el desarrollo de capacidades y el apoyo.

Desde el brote de COVID-19, la cooperación mundial entre los científicos ha sido facilitada por una cantidad de información y datos sin precedentes. A principios de 2022, el número de publicaciones sobre el COVID-19 ascendía a más de 800.000, con varias plataformas que promueven el acceso abierto a los hallazgos científicos; por ejemplo, la base de datos de la OMS contenía en esa fecha unas 380.000 publicaciones.

Sin embargo, existen numerosos retos que limitan la eficacia y la amplitud de las intervenciones. El trabajo científico se enfrenta a crecientes limitaciones en muchas partes del mundo, con 332 ataques al personal de educación superior contabilizados en 2021. La desigualdad de género en el acceso a la ciencia sigue siendo una cruda realidad. Por ejemplo, sólo el 35% de los estudiantes de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) en la educación superior a nivel mundial son mujeres y las mujeres ocupan pocos de los puestos de dirección y gestión. Además, el aumento de la radicalización de los debates políticos y el retroceso de la confianza en las instituciones científicas en muchos países tienen un impacto negativo en la ciencia y la investigación científica.

La realización de obligaciones y responsabilidades más amplias en materia de derechos humanos, además de las específicamente vinculadas al derecho a la ciencia, mejoraría en gran medida no sólo la respuesta a la COVID-19, sino también la preparación mundial para futuras pandemias y amenazas transnacionales.

Contacto

k.tararas@unesco.org

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